Hoy en día uno de los cultivos más importantes a lo largo de toda la cuenca mediterránea es el olivo. Fue importado por los mercaderes fenicios desde Asia Menor y desde el principio se adaptó perfectamente gracias a unas condiciones climáticas caracterizadas por inviernos suaves, otoños y primaveras lluviosas y veranos secos y muy cálidos, principalmente en Andalucía, Extremadura, Castilla y Cataluña.
Actualmente se dedican unos 8 millones de hectáreas en todo el mundo al cultivo del olivo, de las cuales 7,6 millones se encuentran en la cuenca mediterránea, con una población de olivos de 760 millones. En España concretamente ésta superficie abarca el 21% de las tierras cultivadas, alcanzando más de 2 millones de hectáreas con más de 200 millones de olivos, es decir, el 30% de la población mundial, convirtiendo así a España en el primer productor mundial de aceite de oliva. El aceite de oliva se extrae de la aceituna, fruto del olivo (Olea europea). En el momento de la recolección la composición del fruto es muy variable, en función de la variedad de la aceituna, del suelo, del clima y del cultivo.
El ozono es un oxidante mucho más poderoso que cualquier otro, por tanto, su efectividad en la desinfección es extraordinaria, pues su capacidad bactericida, fungicida e incluso
viricida es la mayor conocida. Esta capacidad es independiente del pH del agua, lo que elimina la necesidad de un control exhaustivo.
Dado su poder de oxidación, es capaz de oxidar los precursores de los halógenos, evitándose la formación posterior de trihalometanos y otros compuestos cancerígenos.
No existen productos de descomposición peligrosos, el producto de descomposición del ozono es oxígeno; por tanto, el ozono residual presente en el agua o en el aire en su forma gaseosa se irá
descomponiendo en oxígeno.
Se produce en el mismo lugar de aplicación sin necesidad de manipulación por lo que no hay que almacenar ni manipular sustancias peligrosas con el gran riesgo que es.
La adaptación de los animales domésticos a los factores ambientales se debe a la selección que se ha venido realizando durante siglos. Esta adaptación,
imprescindible para mantener la salud y la capacidad reproductora de los animales, sin duda se ha visto rota por los modernos métodos de cría intensiva basados en conseguir el mayor rendimiento
económico, por lo que a los animales se les aísla de su hábitat natural, sometiéndolos a altas densidades de población, limitando sus movimientos y adelantándolos al destete.
Estas condiciones de vida constituyen una agresión permanente para los animales produciendo alteraciones importantes en su salud, lo cual hace bajar los altos rendimientos que se
exigen a los animales explotados de esta forma.
El ozono es un oxidante mucho más poderoso que cualquier otro, por tanto, su efectividad en la desinfección es extraordinaria, pues su capacidad bactericida, fungicida e incluso viricida es la mayor conocida. Esta capacidad es independiente del pH del agua, lo que elimina la necesidad de un control exhaustivo.
Dado su poder de oxidación, es capaz de oxidar los precursores de los halógenos, evitándose la formación posterior de trihalometanos y otros compuestos cancerígenos.
No existen productos de descomposición peligrosos, el producto de descomposición del ozono es oxígeno; por tanto, el ozono residual presente en el agua se irá descomponiendo en
burbujas de oxígeno.
Se produce en el mismo lugar de aplicación sin necesidad de manipulación por lo que no hay que almacenar ni manipular sustancias peligrosas con el gran riesgo que es